oBJETO INTERESTELAR ARTIFICIAL
James Davenport

¿Y si el primer mensaje de una civilización extraterrestre no llegara como una enigmática señal de radio desde las profundidades del espacio, sino como un objeto físico surcando silenciosamente nuestro propio Sistema Solar? Durante décadas, la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) ha apuntado sus oídos electrónicos hacia las estrellas, esperando un susurro en la estática cósmica. Pero una nueva y fascinante frontera se ha abierto con el descubrimiento de los Objetos Interestelares (ISOs), viajeros errantes expulsados de sus sistemas estelares natales que, tras eones de viaje, cruzan nuestro vecindario cósmico. Estos visitantes nos ofrecen una oportunidad sin precedentes: la de buscar artefactos, sondas o «tecnofirmas» a una distancia asombrosamente cercana.

Sofia Z. Sheikh

Esta revolucionaria área de estudio ha sido meticulosamente estructurada en un reciente y exhaustivo artículo de investigación titulado «Technosignature Searches of Interstellar Objects«. El trabajo, publicado en arXiv y preparado para una publicación revisada por pares, está liderado por un equipo de notables astrofísicos y expertos en SETI. Entre sus principales autores se encuentran James R. A. Davenport, astrofísico en la Universidad de Washington; , una de las voces más importantes de la nueva generación de investigadores del prestigioso Instituto SETI y el Berkeley SETI Research Center ; y Jason T. Wright, profesor en la Universidad Estatal de Pensilvania y figura clave en su Centro de Inteligencia Extraterrestre. Junto a un amplio consorcio de colaboradores, han trazado una hoja de ruta, un manual de campo para responder a una de las preguntas más profundas de la humanidad: ¿estamos solos? Este artículo se sumerge en su propuesta, explorando cómo podríamos identificar la aguja de la tecnología en el pajar cósmico de los visitantes interestelares.

El Legado Histórico: De la Ciencia Ficción a la Hipótesis Científica

La idea de encontrar un artefacto alienígena en nuestro Sistema Solar no es nueva; resuena con fuerza en el imaginario colectivo. Quizás su eco más famoso sea la novela de Arthur C. Clarke, Cita con Rama (1973), donde un objeto cilíndrico y colosal atraviesa nuestro sistema, revelándose como una nave interestelar. Lo que una vez fue dominio de la ficción, hoy se ha convertido en una hipótesis científica plausible, respaldada por décadas de reflexión teórica.

Sonda Bracewell
Ejemplo de Sonda Bracewell

El concepto de las «Sondas Bracewell», propuesto por Ronald Bracewell en 1960, sugiere que una civilización avanzada podría comunicarse a través de sondas físicas autónomas que viajan de estrella en estrella. Esta idea fue llevada un paso más allá con el concepto de las «Sondas Von Neumann», máquinas autorreplicantes que podrían usar materiales brutos encontrados en su camino —como los de nuestro Cinturón de Asteroides o la Nube de Oort— para construir copias de sí mismas y extenderse exponencialmente por la galaxia.

Estas tecnofirmas podrían presentarse de múltiples formas:

  • Sondas activas que emiten señales al llegar a un sistema estelar.
  • «Acechadores» (Lurkers), tecnología durmiente que podría «despertar» al detectar las condiciones adecuadas.
  • Tecnología extinta, como nuestras propias sondas Voyager, que seguirán viajando por el espacio mucho después de que sus fuentes de energía se agoten.
  • Incluso podrían ser tecnologías incrustadas o enterradas en objetos de apariencia natural, como cometas o asteroides, que las protegen del duro entorno interestelar.

La búsqueda de estos objetos dentro de nuestro Sistema Solar presenta una ventaja colosal: la proximidad. Una sonda alienígena a la distancia de Júpiter necesitaría una cantidad de energía irrisoria para producir una transmisión detectable por nuestros radiotelescopios, una potencia comparable a la de un teléfono móvil. El desafío, por tanto, no es tanto la sensibilidad de nuestros instrumentos como la capacidad de reconocer lo artificial en medio de lo natural.

Estrategias de Búsqueda: Un Manual para Detectar lo Artificial

El equipo de Davenport y Sheikh propone un enfoque sistemático basado en cuatro categorías de anomalías observables. La clave no es esperar un objeto con forma de platillo volante, sino buscar desviaciones sutiles pero significativas de lo que esperamos de un objeto natural, basándonos en nuestro conocimiento de los asteroides y cometas del Sistema Solar.

Trayectorias Anómalas: El Movimiento Delata la Intención

La evidencia más poderosa de tecnología sería el movimiento. Un objeto que altera su trayectoria de una manera que no puede ser explicada por la gravedad del Sol y los planetas sería un candidato de primer orden. Esto podría manifestarse como:

  • Aceleraciones rápidas y no gravitacionales: Un encendido repentino de un sistema de propulsión provocaría un cambio brusco en su velocidad o dirección. Curiosamente, ya hemos tenido un «falso positivo»: en 2001, el asteroide cercano a la Tierra 2001 DO47​ mostró un cambio orbital dramático durante su seguimiento por radar. Investigaciones posteriores revelaron que no era un asteroide, sino la nave espacial WIND de la NASA, que había realizado una maniobra de corrección de rumbo justo en ese momento.
  • Maniobras estratégicas: Un objeto podría realizar una asistencia gravitatoria deliberada alrededor de un planeta para cambiar de rumbo, o ejecutar una maniobra de frenado gradual para entrar en una órbita estable dentro del Sistema Solar.

Sin embargo, aquí reside un desafío crucial: los objetos naturales también experimentan aceleraciones no gravitacionales. Los cometas, al acercarse al Sol, liberan gases que actúan como pequeños propulsores. Los asteroides sufren el sutil pero medible efecto Yarkovsky, donde la radiación solar re-emitida como calor genera un minúsculo empuje. Por tanto, la anomalía tendría que ser significativamente mayor a estos efectos conocidos o de una naturaleza completamente diferente, como una aceleración mientras el objeto está lejos del Sol y frío.

Espectros y Colores Anómalos: La «Pintura» de una Superficie

La forma en que un objeto refleja la luz del Sol en diferentes longitudes de onda (sus colores) nos da pistas sobre la composición de su superficie. Materiales artificiales como metales, plásticos, pinturas o revestimientos antirreflectantes podrían producir colores que no se encuentran en la paleta natural de los asteroides rocosos o los cometas helados.

Tesla Roadster Espacial
Tesla Roadster lanzado al espacio en 2018

El artículo presenta un «diagrama color-color» que muestra dónde /se sitúan miles de asteroides conocidos. Los tres ISOs detectados hasta la fecha —1I/’Oumuamua, 2I/Borisov y 3I/ATLAS— caen dentro de la distribución de objetos naturales. Sin embargo, los autores incluyen un dato fascinante: la posición en este diagrama del Tesla Roadster lanzado por SpaceX en 2018. Aunque no es un caso extremo, sus colores son atípicos y demuestran que los objetos fabricados por el ser humano pueden, de hecho, destacar.

Otras anomalías espectrales a buscar incluyen:

  • Iluminación artificial: Un objeto iluminado por sí mismo vería su brillo disminuir con el cuadrado de la distancia (r−2), mientras que la luz reflejada disminuye con la cuarta potencia (r−4), una diferencia detectable.
  • Exceso de calor infrarrojo: Cualquier tecnología activa generaría calor residual, detectable como una firma infrarroja que no se corresponde con el simple calentamiento solar.
  • Polarización inusual: Las superficies lisas y artificiales podrían polarizar la luz de manera diferente a las superficies polvorientas y rugosas de los asteroides.

Formas Anómalas: La Geometría de la Ingeniería

Si bien obtener una imagen directa de un ISO es extremadamente difícil, podemos inferir su forma a partir de su curva de luz, es decir, las variaciones en su brillo a medida que rota. Un objeto muy alargado, como se infirió para ‘Oumuamua, produce grandes oscilaciones de brillo. Una forma perfectamente geométrica, como un cilindro o un disco, o una rotación estable y controlada (quizás para generar gravedad artificial), serían indicios muy sugerentes. La ausencia total de rotación también sería extraña, implicando un cuerpo perfectamente esférico y homogéneo o, de nuevo, un objeto bajo control activo.

En casos excepcionales, si un ISO pasara lo suficientemente cerca de la Tierra, el radar planetario podría resolver su forma, proporcionando una de las pruebas más inequívocas posibles.

Transmisiones y Emisiones no Naturales: La Búsqueda Clásica, Reinventada

Finalmente, el objeto podría delatarse a sí mismo a través de emisiones deliberadas o accidentales. Aquí es donde la búsqueda de tecnofirmas en ISOs se une con el SETI tradicional, pero con ventajas abrumadoras:

  • Radio SETI: Como se mencionó, la cercanía de un ISO significa que incluso transmisiones de muy baja potencia serían detectables. Además, como conocemos con precisión la trayectoria y aceleración del objeto, sabemos exactamente qué «tasa de deriva» (el cambio de frecuencia debido al efecto Doppler) buscar en una señal. Esto reduce drásticamente el espacio de parámetros de búsqueda y permite filtrar la interferencia terrestre con una eficacia sin precedentes.
  • SETI Óptico: Una civilización podría usar láseres para la comunicación o la propulsión (como en el concepto de «vela de luz»). Un láser, incluso de baja potencia (1 vatio), aparecería en un espectro óptico como una línea de emisión increíblemente nítida y brillante, un «pico» inconfundible contra el fondo de la luz solar reflejada. El artículo demuestra que un láser de este tipo sería fácilmente detectable por telescopios terrestres de tamaño modesto.

En este sentido cane recordar que el astrofísico Avi Loeb, profesor de la Universidad de Hardvard, estableció una escala, denominada Escala Loeb, mediante la cual se puede evaluar el grado de extrañeza o artificialidad de un objeto interestelar. Esta escala la tratamos en un artículo específico dedicado a ella, que puedes consultar aqui:

Una Nueva Mirada Hacia el Cielo

Los Objetos Interestelares han dejado de ser una curiosidad teórica para convertirse en una población observable de mensajeros cósmicos. Aunque hasta la fecha no hay evidencia creíble de que ninguno de los tres ISOs detectados sea de origen artificial, apenas hemos comenzado a rascar la superficie. Con la inminente llegada de observatorios como el Vera C. Rubin de la NSF-DOE, se espera que descubramos docenas de estos objetos en la próxima década, transformando la búsqueda de oportunista a sistemática.

El trabajo de Davenport, Sheikh, Wright y sus colegas no es una simple especulación; es un llamado a la acción. Proporciona un marco riguroso y multifacético para la comunidad científica, instando a una colaboración para obtener observaciones coordinadas a lo largo de toda la trayectoria de un ISO: desde fotometría de campo amplio en su descubrimiento hasta espectroscopia de alta resolución en su máxima aproximación.

Cada uno de estos visitantes es una cápsula del tiempo de otro sistema solar. Ya sea que contengan los secretos de la formación planetaria, los componentes básicos de la vida o, quizás, el eco de una inteligencia lejana, su estudio es fundamental. La búsqueda de tecnofirmas en estos objetos, independientemente de su resultado, nos enriquece. Nos obliga a refinar nuestras herramientas, a cuestionar nuestras suposiciones y, sobre todo, a mantener la mente abierta. Cada nuevo punto de luz que cruza nuestro cielo ya no es solo un cometa o un asteroide; es una pregunta que viaja desde las estrellas. Y ahora, por primera vez, tenemos un plan para intentar leer la respuesta.

Autor

  • Antonio comenzó a investigar los fenómenos anómalos desde muy niño, especializándose en la investigación ufológica. Su perspectiva ha sido siempre crítica y racionalista, aunque no negacionista. Piensa que cada caso debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias, pero que eso no puede conducir a inventar respuestas, ya sea en uno u otro sentido. Pronto se unió al Consejo de Investigadores Ufológicos Españoles, donde aprendió las técnicas de la investigación de campo de veteranos como Ramón Navia. Antonio Salinas desarrolló el Proyecto CATAGRA, una catalogación sistemática de los avistamientos OVNI ocurridos en la provincia de Granada. Participó en la fundación de la S.I.B., desarrollando estatutos y reglamentos y toda la documentación necesaria.

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