Perseverance

¿Y si las huellas de la vida antigua en Marte no fueran fósiles de criaturas extrañas, sino sutiles susurros químicos grabados en la piedra? ¿Y si, en lugar de huesos, encontráramos la firma de un metabolismo ancestral, una reacción bioquímica congelada en el tiempo durante miles de millones de años? Esta es la sobrecogedora posibilidad que nos plantea un nuevo y fascinante estudio del rover Perseverance de la NASA, que ha estado explorando metódicamente el lecho de un antiguo lago marciano. En las rocas de grano fino del cráter Jezero, la ciencia no ha encontrado vida, pero sí ha hallado algo que nos obliga a contener el aliento: una combinación de materia orgánica y minerales inusuales que, en la Tierra, a menudo son el producto de la biología.

La investigación, publicada el 10 de septiembre de 2025 en la prestigiosa revista Nature, lleva por título «Redox-driven mineral and organic associations in Jezero Crater, Mars«. El artículo, revisado por pares, está liderado por el Dr. Joel A. Hurowitz, geoquímico y científico planetario de la Universidad de Stony Brook, un experto en la interacción entre el agua y las rocas en Marte y uno de los estrategas de la misión Perseverance. Junto a él figura un equipo internacional de primer nivel, incluyendo a científicos como la Dra. M. M. Tice de la Universidad de Texas A&M, especialista en la coevolución de la vida y los ambientes primitivos, y la Dra. A. C. Allwood del Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA, una astrobióloga de renombre y la investigadora principal del instrumento PIXL a bordo del rover. Su trabajo colectivo nos abre una ventana a un pasado marciano donde la química era compleja y dinámica, planteando la pregunta fundamental que impulsa toda la astrobiología: ¿pudieron estas reacciones haber sido impulsadas por la vida?

El Escenario: Un Viaje al Cañón Neretva

Trayectoria del Perseverance atravñes del Valle Neretva. Vistas de la formación Bright Angels

La misión del rover Perseverance, parte del programa Mars 2020 de la NASA, tiene un objetivo principal de una audacia sin precedentes: explorar el cráter Jezero para caracterizar su geología, evaluar su habitabilidad pasada, buscar signos de vida antigua (biofirmas) y, por primera vez, recolectar y almacenar muestras de roca para un futuro retorno a la Tierra.

Jezero no fue elegido al azar. Las imágenes orbitales revelaron que hace unos 3.500 millones de años, este cráter de 45 km de diámetro albergaba un lago alimentado por un río que formó un espectacular delta. Es en entornos como este —ricos en agua y sedimentos— donde la vida, si alguna vez existió, podría haber prosperado y dejado su huella.

Tras explorar el suelo del cráter y el delta occidental, Perseverance se adentró en Neretva Vallis, el antiguo canal fluvial que alimentaba el lago. Allí, en el borde occidental del cráter, investigó una serie de afloramientos de roca de tonos claros, bautizados informalmente como la formación «Bright Angel». Estas rocas, compuestas principalmente por lodolitas (rocas sedimentarias de grano muy fino, como lodo o arcilla solidificada) y conglomerados, son el foco de este revolucionario estudio.

La Lupa Sobre la Roca: Texturas y Composición

Los instrumentos del rover actuaron como una lupa geológica de alta tecnología, analizando las rocas de Bright Angel con un detalle asombroso.

Petrografía y Contexto Geológico

Las observaciones de la cámara Mastcam-Z y el generador de imágenes WATSON revelaron una gran diversidad de texturas. Algunas rocas eran masivas y aparentemente uniformes, otras mostraban una clara estratificación en capas de centímetros de espesor, y estaban surcadas por fracturas mineralizadas y venas de tonos más claros. En una zona cercana llamada «Masonic Temple», el rover encontró conglomerados mal clasificados, rocas formadas por guijarros redondeados de distintos tamaños cementados en una matriz de lodo fino, lo que sugiere episodios de corrientes de agua más energéticas o flujos de escombros.

Este conjunto de observaciones pinta la imagen de un entorno acuático dinámico, con períodos de aguas tranquilas donde el lodo se depositaba lentamente desde la suspensión, y otros de mayor energía que transportaban y depositaban sedimentos más gruesos.

Composición Química y la Detección Clave: Materia Orgánica

Estratificación, nódulos, frentes de reacción y detecciones orgánicas.

El análisis químico, realizado principalmente por los instrumentos PIXL (un espectrómetro de fluorescencia de rayos X) y SuperCam, reveló que las lodolitas de Bright Angel son ricas en sílice (SiO2​), alúmina (Al2​O3​) y óxido de hierro (FeO), y relativamente pobres en magnesio y manganeso. Esto indica que el material original fue alterado químicamente por el agua, un proceso conocido como meteorización, antes de ser depositado. Pero el hallazgo más emocionante provino del instrumento SHERLOC. Utilizando espectroscopía Raman, que ilumina la muestra con un láser y analiza la luz dispersada para identificar moléculas, SHERLOC detectó una clara señal de materia orgánica en varios objetivos, como «Apollo Temple» y «Cheyava Falls». La señal corresponde a la llamada «banda G», asociada a anillos de carbono, un componente fundamental de muchas moléculas orgánicas complejas.

Es crucial entender que «orgánico», en un contexto geoquímico, se refiere a moléculas basadas en carbono, pero no implica necesariamente un origen biológico. Pueden formarse a través de procesos abióticos o llegar a Marte a través de meteoritos. Sin embargo, la presencia de materia orgánica es un prerrequisito para la vida tal como la conocemos, y encontrarla preservada en un entorno que fue habitable es, por sí solo, un descubrimiento mayúsculo.

El Corazón del Misterio: Nódulos y Frentes de Reacción

Aquí es donde la historia se vuelve verdaderamente intrigante. Dispersos dentro de estas lodolitas ricas en materia orgánica, los investigadores observaron dos tipos de microestructuras muy peculiares que no parecían formar parte del sedimento original.

Los Nódulos de Vivianita: Semillas de un Pasado Reductor

Las imágenes de alta resolución mostraron pequeñas masas esféricas e irregulares, de entre 100 y 200 micrómetros, de color oscuro. El equipo las apodó informalmente «poppy seeds» (semillas de amapola). El análisis con PIXL reveló que estas «semillas» están enormemente enriquecidas en hierro (Fe) y fósforo (P). Su composición química, con una proporción molar de Fe:P de aproximadamente 3:2, es consistente con la de un mineral llamado vivianita (Fe32+​(PO4​)2​⋅8H2​O) o sus productos de oxidación.

Este es un detalle de vital importancia. La superficie de Marte es un entorno oxidado. El hierro está predominantemente en su estado férrico (Fe3+), lo que le da al planeta su característico color rojo óxido. La vivianita, sin embargo, contiene hierro en estado ferroso (Fe2+), es decir, un estado reducido. Encontrar hierro reducido es como encontrar una pieza de metal brillante y sin oxidar en un planeta completamente oxidado. Esto implica que algún proceso químico, posterior a la deposición del sedimento, activamente «quitó el óxido», o más técnicamente, redujo el hierro férrico del ambiente a hierro ferroso para formar estos nódulos. Como estos nódulos se formaron in situ dentro de la roca ya depositada, se les llama autigénicos.

Los Frentes de Reacción de Greigita: «Manchas de Leopardo» Químicas

Aún más llamativas son unas estructuras que el equipo apodó «leopard spots» (manchas de leopardo). Son manchas de hasta 1 mm de diámetro con bordes oscuros y centros más claros y descoloridos. Al igual que los nódulos, no están distribuidas en capas, lo que indica que no fueron depositadas como granos, sino que se formaron allí mismo como

frentes de reacción.

El análisis de PIXL reveló que los bordes oscuros también están compuestos de fosfato de hierro, como la vivianita. Pero los núcleos claros y descoloridos contenían una sorpresa: estaban enriquecidos en azufre (S), hierro (Fe), níquel (Ni) y zinc (Zn). La estequiometría Fe:S, con una proporción de 3:4, apunta a otro mineral reducido: la greigita (Fe3​S4​).

Tenemos, por tanto, un escenario fascinante: en una lodolita rica en materia orgánica, encontramos microestructuras donde el hierro y el azufre han sido químicamente reducidos, formando minerales (vivianita y greigita) que no deberían ser estables en el entorno oxidado de Marte. Todo apunta a una intensa actividad de reacciones de óxido-reducción (redox) que ocurrieron a bajas temperaturas después de que el lodo se asentara en el fondo del lago Jezero.

Reconstruyendo el Crimen Químico: ¿Culpable Abiótico o Biológico?

La pregunta del millón es: ¿qué impulsó estas reacciones redox? El artículo explora meticulosamente dos posibilidades, planteando una hipótesis nula (origen abiótico) y una alternativa biológica.

La Hipótesis Nula: Química sin Vida

La ciencia siempre debe empezar por la explicación más simple. La hipótesis nula postula que reacciones puramente químicas, sin intervención de la vida, produjeron la vivianita y la greigita. Es teóricamente posible. Ciertos compuestos orgánicos (que, como dijimos, pueden tener un origen no biológico) son capaces de reducir el hierro férrico (Fe3+) a hierro ferroso (Fe2+) a bajas temperaturas. Esta reacción liberaría el hierro y el fósforo adsorbidos en los granos de arcilla, permitiendo que se combinaran y precipitaran como vivianita.

Sin embargo, explicar la greigita (el sulfuro de hierro) es más complicado. Para formarla, se necesita una fuente de sulfuro disuelto. Una opción sería la desgasificación volcánica, pero no hay evidencia de sistemas hidrotermales cercanos en Jezero. La otra opción es la reducción de sulfato (muy abundante en Marte) a sulfuro. El problema es que, abióticamente, esta reacción es extremadamente lenta y requiere temperaturas muy altas (>150−200∘C) para ser eficiente. Los análisis geológicos de la formación Bright Angel no muestran ninguna evidencia de que estas rocas hayan sido calentadas a tales temperaturas. La hipótesis abiótica, aunque posible, enfrenta serios obstáculos energéticos.

La Alternativa Biológica: El Metabolismo como Motor

Aquí es donde la astrobiología entra en escena con una explicación elegante y coherente. En la Tierra, la formación de vivianita y greigita en sedimentos a baja temperatura es un proceso común y está casi siempre mediado por microorganismos.

Existen bacterias que realizan la respiración anaeróbica, utilizando sustancias distintas al oxígeno para obtener energía.

  • Microbios Ferros-reductores: Usan el óxido de hierro (Fe3+) como nosotros usamos el oxígeno. «Respiran» óxido y «exhalan» hierro reducido (Fe2+), mientras consumen materia orgánica como alimento. Este proceso es una vía directa para la formación de vivianita en presencia de fósforo.
  • Microbios Sulfo-reductores: De manera similar, «respiran» sulfato (SO42−​) y lo convierten en sulfuro (S2−). Este sulfuro reacciona rápidamente con el hierro ferroso del entorno para precipitar sulfuros de hierro como la greigita.

Este escenario biológico encaja perfectamente con las observaciones:

  1. Ocurre a bajas temperaturas, compatibles con el entorno sedimentario de Jezero.
  2. Utiliza los ingredientes presentes: materia orgánica (fuente de energía), óxidos de hierro y sulfatos (aceptores de electrones).
  3. Produce los minerales exactos observados: vivianita y greigita, a menudo en estrecha asociación espacial.
  4. Explica la decoloración de la roca en los frentes de reacción: al consumir el óxido de hierro, los microbios «limpiarían» la roca de su pigmento rojo.

Las «manchas de leopardo» de Marte son asombrosamente similares a las «aureolas de reducción» que se encuentran en sedimentos terrestres, que a menudo se forman alrededor de una partícula de materia orgánica en descomposición por la acción microbiana.

Conclusión: Un Mensaje en una Botella Marciana

El estudio de Hurowitz y su equipo no afirma haber encontrado vida en Marte. Lo que han encontrado es algo definido por la NASA como una «potencial biofirma»: una característica consistente con procesos biológicos que desafía al investigador a atribuirla a procesos inanimados o biológicos, obligándole a recopilar más datos antes de llegar a una conclusión.

En las lodolitas de Bright Angel, tenemos una confluencia de evidencias —un entorno acuático habitable, la presencia de materia orgánica y la coexistencia de minerales reducidos cuya formación se explica de manera muy eficiente por metabolismos microbianos conocidos en la Tierra— que constituye una de las potenciales biofirmas más convincentes y complejas jamás encontradas en Marte.

La respuesta definitiva a este enigma no se encuentra en los datos que un rover, por avanzado que sea, pueda enviarnos. La respuesta está encerrada en un pequeño cilindro de titanio. Durante su investigación, Perseverance perforó la roca de Cheyava Falls y extrajo una muestra, llamada

«Sapphire Canyon», que contiene estas mismas texturas y minerales. Esta muestra, junto con otras, aguarda una futura y compleja misión de Retorno de Muestras de Marte (Mars Sample Return) para ser traída a la Tierra.

Solo en los laboratorios más avanzados de nuestro planeta, con instrumentos de una sensibilidad inimaginable para una misión robótica, podremos desentrañar la verdadera naturaleza de la materia orgánica, analizar los isótopos de los minerales y buscar, quizás, las propias microestructuras de las células que pudieron haber catalizado estas reacciones.

Hasta entonces, nos quedamos con un fascinante cliffhanger geoquímico. Marte nos ha enviado un mensaje en una botella, escrito en el lenguaje de los minerales y los electrones. No sabemos si es una postal de un mundo que fue meramente habitable o el eco químico de un mundo que una vez estuvo habitado. La próxima vez que miren al cielo y vean ese punto rojizo, recuerden que allí, en el lecho de un lago seco, podría estar esperando la respuesta a una de las preguntas más profundas de la humanidad, sellada en un trozo de roca.

Autor

  • Antonio comenzó a investigar los fenómenos anómalos desde muy niño, especializándose en la investigación ufológica. Su perspectiva ha sido siempre crítica y racionalista, aunque no negacionista. Piensa que cada caso debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias, pero que eso no puede conducir a inventar respuestas, ya sea en uno u otro sentido. Pronto se unió al Consejo de Investigadores Ufológicos Españoles, donde aprendió las técnicas de la investigación de campo de veteranos como Ramón Navia. Antonio Salinas desarrolló el Proyecto CATAGRA, una catalogación sistemática de los avistamientos OVNI ocurridos en la provincia de Granada. Participó en la fundación de la S.I.B., desarrollando estatutos y reglamentos y toda la documentación necesaria.

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