hombre y cachalote

En la inmensidad de nuestro propio planeta yace una inteligencia tan vasta y antigua como los océanos que habita. Durante milenios, los cachalotes han surcado las profundidades, comunicándose a través de un complejo tapiz de sonidos, un lenguaje que hasta ahora ha permanecido como uno de los mayores misterios de la naturaleza. ¿Qué pasaría si pudiéramos escuchar no solo sus sonidos, sino comprender sus conversaciones? Esta es la monumental pregunta que impulsa a una de las iniciativas científicas más ambiciosas de nuestro tiempo, un eco moderno de nuestra búsqueda de inteligencia extraterrestre, pero enfocado en las profundidades de nuestro mundo: el Proyecto CETI.

Este artículo se adentra en la historia, la tecnología y los asombrosos descubrimientos de la Iniciativa de Traducción de Cetáceos (CETI, por sus siglas en inglés). Basándonos en la labor pionera de un equipo multidisciplinar de ensueño, exploraremos cómo este proyecto está utilizando la inteligencia artificial de vanguardia para descifrar el dialecto de los cachalotes. Al igual que los astrónomos del programa SETI escudriñan el cosmos en busca de señales, el equipo de CETI está sintonizando el océano, preparándose para el primer contacto con una mente no humana. En la web del CETI se puede acceder a todos los paper publicados sobre la investigación y el proyecto.


Historia, Tecnología y Logros del Proyecto

La idea de comunicarnos con otras especies no es nueva. Desde los primeros registros de los cantos de las ballenas jorobadas en la década de 1950 hasta su inclusión en los Discos de Oro de las Voyager en 1977 —nuestro mensaje en una botella lanzado al cosmos—, la humanidad ha soñado con este diálogo. Sin embargo, el Proyecto CETI trasciende el sueño y lo convierte en un plan de acción riguroso, posible gracias a la convergencia de la biología marina, la robótica y, sobre todo, la revolución del aprendizaje automático (Machine Learning).

El Origen: Un SETI en la Tierra

David Gruber

Fundado por un consorcio de científicos de primer nivel, el proyecto nació de una revelación: para prepararnos para un posible contacto con una inteligencia extraterrestre, primero deberíamos intentar comprender las inteligencias complejas que ya existen en la Tierra. El equipo está liderado por figuras como el biólogo marino David Gruber, el experto en bioacústica de cachalotes Shane Gero, el especialista en aprendizaje automático Michael Bronstein, el experto en robótica de Harvard Robert Wood y la ganadora del Premio Turing Shafi Goldwasser.

Los cachalotes (Physeter macrocephalus) se convirtieron en el candidato ideal. Poseen el cerebro más grande que ha existido en nuestro planeta y viven en sociedades matrilineales complejas donde el conocimiento se transmite culturalmente. Para este colosal esfuerzo, el proyecto ha establecido su laboratorio natural en las aguas de la isla de Dominica, en el Caribe. Durante más de 16 años, los investigadores han seguido a una población residente de menos de 500 individuos, lo que les ha permitido conocer íntimamente a decenas de familias, sus linajes y sus dialectos únicos.

La Tecnología del Contacto

El desafío es inmenso. Requiere no solo «escuchar», sino hacerlo con un contexto completo. Para ello, CETI ha desplegado un arsenal tecnológico no invasivo en Dominica.

  • Hidrófonos de Alta Sensibilidad: Matrices de micrófonos subacuáticos que capturan el paisaje sonoro del océano con una fidelidad sin precedentes.
  • Etiquetas de Grabación Suaves (D-tags): Dispositivos diseñados para ser lo menos invasivos posible, que se adhieren temporalmente a la espalda de los cachalotes mediante ventosas. Estas etiquetas registran sus vocalizaciones, movimientos y la perspectiva acústica del propio animal, generando un torrente de datos que ya supera la capacidad de anotación manual.
  • Drones Aéreos y Acuáticos: Robots que patrullan la superficie y las profundidades, filmando las interacciones sociales y proporcionando el contexto visual crucial para entender qué «dicen» las ballenas mientras lo «dicen».
  • Robótica Autónoma: Para evitar la interferencia que producen los barcos, el proyecto planea usar «drifters» (plataformas robóticas flotantes) para la recolección de datos y, eventualmente, para los experimentos de reproducción de sonidos.

El resultado de este despliegue es una avalancha de datos. El proyecto espera recolectar miles de millones de clics de cachalote, creando un conjunto de datos multimodales (sonido, vídeo, datos de movimiento) de una magnitud nunca antes vista en el estudio animal.


Descifrando el Código: El Lenguaje Cultural de las Codas

Cachalote, especie de cetáceo con la que se están realizando los intentos de comunicación.

A diferencia del melódico y continuo canto de las ballenas jorobadas, la comunicación de los cachalotes es rítmica y percusiva. Se basa en codas, que son secuencias de clics con patrones definidos. Los cachalotes viven en una sociedad matrilineal: las abuelas, madres e hijas permanecen juntas de por vida. Es en estas unidades familiares donde aprenden y desarrollan su dialecto. Las familias que «hablan» de manera similar forman clanes culturales más grandes y socializan entre sí, mientras que evitan a aquellas con dialectos diferentes.

Las codas parecen funcionar como un sistema de etiquetado de identidad anidado: ciertos patrones pueden identificar a un individuo, otros a una familia y un repertorio compartido define a todo un clan cultural.

Las Fases del Desciframiento:

  1. Detección y Clasificación de Clics: El primer paso es aislar los clics de los cachalotes del ruido de fondo del océano. Los algoritmos de IA aprenden a identificar las firmas acústicas únicas de cada ballena, permitiendo a los científicos saber quién habla con quién.
  2. Más Allá del Ritmo: El Descubrimiento de la Fonética del Cachalote: El trabajo de científicos como Gasper Begus ha sido revolucionario. Al aplicar modelos de aprendizaje profundo, el equipo de CETI descubrió que la IA estaba prestando atención no solo al ritmo de los clics, sino también a sus propiedades espectrales (el timbre o color del sonido). Los cachalotes pueden modular la forma de un pequeño saco de aire en su cabeza para alterar estas propiedades, de manera análoga a cómo los humanos usamos nuestro tracto vocal para producir diferentes vocales.
  3. El Modelo de Lenguaje del Cachalote: Con este «alfabeto» fonético mucho más rico y el contexto de comportamiento asociado, los equipos de CETI entrenan grandes modelos de lenguaje, similares a los que impulsan a los chatbots humanos. Utilizando técnicas de aprendizaje autosupervisado, la IA aprende la «gramática» subyacente —las reglas que dictan cómo se combinan estos sonidos— sin necesidad de etiquetado humano.
  4. Generación y Validación: La prueba de fuego será generar nuevas codas sintéticas a través de la IA y reproducirlas en el océano para observar la reacción de los cachalotes. El objetivo final es crear un «chatbot de ballenas» interactivo. Si una coda generada provoca una respuesta coherente, será la primera vez que habremos tenido una conversación significativa y validada con otra especie.

Conclusiones: El Futuro del Diálogo Interespecies

El Proyecto CETI se encuentra en el umbral de un descubrimiento que podría redefinir nuestra comprensión de la inteligencia y la conciencia en la Tierra. Si tienen éxito, las implicaciones son profundas y van mucho más allá de la biología marina.

  • Una Nueva Perspectiva sobre la Inteligencia: Descifrar el lenguaje de los cachalotes demostraría de manera concluyente la existencia de una cultura y una comunicación simbólica compleja en un ser no humano. Nos obligaría a reevaluar la singularidad de nuestra propia inteligencia y a considerar las ricas vidas cognitivas de otras criaturas.
  • Implicaciones para la Conservación: Entender lo que «dicen» las ballenas sobre su entorno, sus necesidades y las amenazas que enfrentan transformaría los esfuerzos de conservación. Pasaríamos de proteger especies a proteger culturas y civilizaciones.
  • Un Ensayo para el Contacto Cósmico: Desde una perspectiva de búsqueda de inteligenica, CETI es quizás el experimento SETI más importante que podemos realizar. El desafío de traducir un lenguaje que no comparte una base evolutiva, sensorial o ambiental con el nuestro es un análogo perfecto de los problemas que enfrentaríamos al recibir una señal de una civilización extraterrestre. Aprender a hablar «cachalote» nos enseñará a pensar fuera de nuestros paradigmas antropocéntricos y a prepararnos para escuchar mensajes escritos en una sintaxis verdaderamente alienígena.

El Proyecto CETI nos invita a una reflexión humilde. Mientras buscamos vida inteligente en las estrellas, una inteligencia profunda y antigua nos ha estado llamando desde las profundidades de nuestro propio mundo. Quizás, antes de mirar hacia afuera, debamos aprender a escuchar las voces del planeta que llamamos hogar. El día que entendamos la primera palabra de un cachalote, la conversación no solo comenzará con ellos, sino que se abrirá un nuevo capítulo en la historia de la humanidad misma.

Autor

  • Antonio comenzó a investigar los fenómenos anómalos desde muy niño, especializándose en la investigación ufológica. Su perspectiva ha sido siempre crítica y racionalista, aunque no negacionista. Piensa que cada caso debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias, pero que eso no puede conducir a inventar respuestas, ya sea en uno u otro sentido. Pronto se unió al Consejo de Investigadores Ufológicos Españoles, donde aprendió las técnicas de la investigación de campo de veteranos como Ramón Navia. Antonio Salinas desarrolló el Proyecto CATAGRA, una catalogación sistemática de los avistamientos OVNI ocurridos en la provincia de Granada. Participó en la fundación de la S.I.B., desarrollando estatutos y reglamentos y toda la documentación necesaria.

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