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En nuestro artiulo anterior a través de los anales de la investigación oficial de los Fenómenos Anómalos No Identificados (UAP, por sus siglas en inglés), exploramos los meticulosos y a menudo pioneros esfuerzos de Canadá y Francia. Vimos cómo, lejos de ser un mero pasatiempo estadounidense, la investigación de estos fenómenos ha sido una preocupación seria y estructurada para naciones con una rica herencia científica y aeroespacial. Desde el Proyecto Magnet de Canadá, que buscaba desentrañar los secretos de la propulsión geomagnética, hasta la creación en Francia del GEPAN (ahora GEIPAN), el único organismo civil dedicado públicamente al estudio de los UAP, hemos constatado que la búsqueda de respuestas es un esfuerzo verdaderamente global.

El Oso y el Dragón: La Caza Secreta de OVNIs

Gracias al monumental trabajo de compilación del paper «La Nueva Ciencia de los Fenómenos Aeroespaciales-Submarinos No Identificados (UAP)» de Kevin H. Knuth y su extenso equipo de colaboradores internacionales, podemos levantar una esquina de ese velo. En esta cuarta entrega, nos sumergiremos en las secciones 3.6 y 3.7 de este documento, que detallan los esfuerzos gubernamentales de Rusia (y la Unión Soviética) y China. Descubriremos que, lejos de la indiferencia, estos gigantes mundiales no solo tomaron el fenómeno con la máxima seriedad, sino que desplegaron programas militares y científicos complejos, motivados por las mismas preocupaciones de seguridad nacional y el mismo anhelo de avance tecnológico que impulsaron a sus homólogos occidentales. Prepárense para un recorrido por programas secretos, avistamientos sobre instalaciones nucleares y el uso de inteligencia artificial de vanguardia en la búsqueda de respuestas a uno de los mayores misterios de nuestro tiempo.

Ahora, nuestro viaje nos lleva a territorios aún más enigmáticos y, hasta hace poco, inaccesibles para el escrutinio público: los vastos dominios de Rusia y China. Si la investigación en Occidente ha estado marcada por un ciclo de interés y ridiculización, ¿qué podemos esperar de dos superpotencias cuya historia en el siglo XX se forjó tras un velo de secretismo y control estatal? ¿Ignoraron estos fenómenos, los estudiaron en las sombras o llegaron a conclusiones que el resto del mundo apenas comienza a vislumbrar?


Rusia: Del Gulag Científico al Interés Estratégico

Fotografía de la Época del evento Tunguska
Felix Zieguel

La historia del estudio de los UAP en la Unión Soviética, y más tarde en Rusia, es un fascinante reflejo de su propia y tumultuosa historia política y científica: una danza constante entre el interés genuino, la supresión ideológica y la pragmática preocupación militar. Según el cosmólogo Felix Ziegel, uno de los pilares de la investigación soviética, el interés se remonta a 1946, cuando el ingeniero A. P. Kasantzev propuso una hipótesis asombrosa: que el devastador evento de Tunguska de 1908 no fue un meteorito, sino la explosión de una nave extraterrestre. Esta idea, aunque radical, fue suficiente para desencadenar misiones de investigación al lugar del impacto.

Los primeros esfuerzos organizados para recopilar informes de avistamientos comenzaron en 1956 de la mano de Yu. A. Fomin, un profesor del Instituto Tecnológico de Moscú. Sin embargo, el clima científico de la época era implacable. Para 1960, la explicación oficial, promulgada por el Planetario de Moscú, era que los extraños fenómenos observados no eran más que «experimentos para medir la densidad de la atmósfera a gran altitud, con el lanzamiento de una nube de sodio«. La tapa final la puso en 1961 un artículo en el diario nacional Pravda, donde el físico Lev Artsimovich declaraba que los UAP «existen en la misma medida que los reflejos en el agua o un arco iris en el cielo, es decir, solo como un juego de luz en la atmósfera» y que todo lo demás era «autoengaño o una falsificación deliberada de los hechos«. Como resultado, Fomin fue expulsado de la Sociedad para la Difusión del Conocimiento Político y Científico, y el estudio de los UAP fue arrojado a las sombras.

Este ciclo de interés emergente seguido de una rápida supresión se convertiría en un patrón. En 1967, un renovado interés mediático llevó a la creación de un grupo de estudio de UAP dirigido por el General de División P. A. Stolyarov, con el objetivo de establecer un comité público para su investigación. Tras un llamamiento público, los informes inundaron el comité. Sin embargo, poco después, la autoridad supervisora disolvió abruptamente la estructura, y el Planetario de Moscú volvió a la carga, calificando los grupos de estudio como «peligrosos«. La Academia de Ciencias de la URSS, a petición del propio Artsimovich, publicó una resolución condenando formalmente el estudio de los UAP.

Los Programas SETKA: Cuando la Ciencia se Puso Seria

El verdadero punto de inflexión llegó en la década de 1970, un período que el informe de Sigma 2 de 2021 identifica como el apogeo de la investigación rusa, extendiéndose hasta 1986. Fue entonces cuando se establecieron dos programas paralelos y altamente secretos:

  • SETKA-AN: Un programa civil, bajo el paraguas de la Academia de Ciencias, dedicado al estudio de los fenómenos denominados «anomalías».
  • SETKA-MO: Un programa militar, centrado en las implicaciones para la defensa, la sensibilidad de los sistemas de armas a estos fenómenos y la posible obtención de tecnología militar avanzada a partir de ellos.

La seriedad de este esfuerzo queda patente en un hecho extraordinario: el acuerdo ruso-americano de 1971 para reducir el riesgo de un lanzamiento accidental de armas nucleares. Este tratado mencionaba explícitamente la necesidad de gestionar la detección de «objetos no identificados (desconocidos)» y los riesgos inducidos por «posibles interferencias que afecten a las instalaciones de lanzamiento de misiles«. Esto demuestra una profunda y mutua preocupación al más alto nivel; no se trataba de intrusiones convencionales, sino de un factor desconocido capaz de comprometer los sistemas de control nuclear y potencialmente desencadenar una guerra mundial.

La reunión inaugural de los programas SETKA, celebrada el 18 de octubre de 1978, congregó a la élite científica y militar del país. Participaron instituciones como el Instituto Izmiran (líder en magnetismo terrestre y propagación de ondas de radio), el Instituto de Estudios Espaciales de la Academia de Ciencias de la URSS y la unidad de investigación militar NI-22, junto a representantes de las fuerzas de defensa aérea.

Los «Quakers» de la Armada Soviética y la Evidencia Material

Dentro del esfuerzo militar, el papel de la Armada Soviética fue crucial. Entre 1977 y 1980, su red de observación reforzada recopiló una gran cantidad de informes sobre objetos voladores y, significativamente, acuáticos, a los que apodaron «Quakers«. En 1977, el Almirante Smironov emitió directrices oficiales para la investigación y recopilación de información sobre UAP a todas las flotas, una orden que fue ampliada en 1978 por el Vicealmirante Ivanov, Jefe de la Dirección de Inteligencia de la Armada.

Además de los avistamientos, hay indicios de que se recuperó evidencia física. Informes de la KGB mencionan la recolección de materiales con «propiedades particulares» en ciertos lugares, como el famoso caso de Dalnegorsk. En 1979, un estudio estadístico del Instituto de Investigación Espacial PR 473, parte de la Academia de Ciencias, analizó numerosos avistamientos y concluyó que, si bien algunos podían atribuirse a experimentos técnicos, «las características cinemáticas excluyen la posibilidad de tal explicación para al menos un tercio de los casos«.

La Era Post-Soviética y un Renacimiento Moderno

Con la caída de la Unión Soviética en 1990, gran parte de esta investigación parece haberse ralentizado o detenido. Los archivos de la CIA mencionan reuniones entre expertos rusos y chinos sobre el tema a principios de los 90, pero el impulso se había perdido. Sin embargo, la historia no termina ahí. En un movimiento sorprendente, en 2023, el prestigioso Instituto Keldysh de Matemática Aplicada (una institución fundada en 1953 y clave en los proyectos espaciales y nucleares soviéticos) anunció el lanzamiento de un nuevo programa de estudio de UAP, invitando a los ciudadanos a enviar fotos y vídeos.

China: El Dragón Despierta y Utiliza la IA

La trayectoria de China en el estudio de los UAP presenta notables similitudes con la de Rusia. Las asociaciones de investigación, a menudo bajo la estricta autoridad del Partido Comunista o de las fuerzas militares, experimentaban períodos de crecimiento e importancia antes de ser disueltas por decisión de las autoridades. Culturalmente, el folclore chino está repleto de relatos que podrían interpretarse como observaciones de UAP, y los medios de comunicación estatales han mostrado una sorprendente disposición a cubrir noticias sobre el tema, siempre y cuando no comprometan la seguridad nacional.

Un intento notable de colaboración internacional tuvo lugar en 2015, cuando China, con el apoyo de Rusia, lanzó una iniciativa para crear un grupo de trabajo mundial sobre UAP. El evento inaugural, el «Foro de los Cinco Continentes», se celebró en Moscú en 2018. Sin embargo, los compromisos chinos no se materializaron, y el grupo continuó de forma independiente bajo el nombre de Coalición Internacional para la Investigación Extraterrestre (ICER).

El Incidente de Cangzhou: El Avistamiento Oficial de China

A pesar del secretismo, existe un caso oficialmente confirmado que ofrece una visión de la realidad del fenómeno en el espacio aéreo chino. El 19 de octubre de 1998, sobre una base aérea militar en Cangzhou, provincia de Hebei, se produjo un encuentro extraordinario. Según un informe del Hebei Daily, el periódico oficial de la provincia, dos aviones militares recibieron la orden de interceptar un objeto de bajo vuelo que había aparecido repentinamente sobre la base. El objeto fue descrito como un «champiñón de patas cortas«, con dos haces de luz que se proyectaban desde su parte inferior. Cuando los cazas se aproximaron, el objeto ascendió con una velocidad «fantasmal» a una altitud de más de 20,000 metros, desapareciendo del radar y del contacto visual. Este evento sigue siendo el único avistamiento de UAP reconocido oficialmente por las autoridades chinas.

La Revolución de la IA en la Vigilancia del Cielo

El desarrollo más significativo en la aproximación china a los UAP llegó en 2021. Poco antes de la publicación del esperado informe UAP del Pentágono, el South China Morning Post (SCMP), un medio en inglés, publicó un artículo revelador de Stephen Chen. Citando a un investigador de la Academia de Alerta Temprana de la Fuerza Aérea, el artículo afirmaba que los analistas humanos del Ejército Popular de Liberación (EPL) se habían visto «abrumados en los últimos años por el rápido aumento de los informes de avistamientos procedentes de una amplia gama de fuentes militares y civiles en todo el país«.

La solución del EPL a este diluvio de datos fue inequívocamente moderna: la inteligencia artificial. El EPL depende cada vez más de la tecnología de IA para analizar sus datos. Para ello, han implementado un sofisticado sistema de notificación de tres niveles:

  1. Nivel Básico: Estaciones de radar militares, pilotos de la fuerza aérea, comisarías de policía, estaciones meteorológicas y observatorios de la Academia China de Ciencias se encargan de recopilar la mayor cantidad posible de datos brutos.
  2. Nivel Intermedio: Los mandos militares regionales del EPL procesan esta información, realizan un análisis preliminar y transfieren los datos a una base de datos nacional.
  3. Cuartel General: Aquí es donde la IA entra en juego. El cuartel general del EPL utiliza algoritmos de IA para asignar un «índice de amenaza» a cada objeto. Este índice se calcula en función de su comportamiento, frecuencia de aparición, diseño aerodinámico, radiactividad, posible composición y materiales, y cualquier otra información disponible.

Esta revelación es de una importancia capital. Demuestra que China no solo está recopilando datos sobre los UAP de forma sistemática, sino que está aplicando una de las tecnologías más avanzadas del siglo XXI para analizarlos y clasificarlos según su nivel de amenaza. La cobertura continua del tema por parte del SCMP desde entonces, especialmente tras los incidentes de los «globos» en 2023, sugiere un claro interés por parte de China en comunicar a la audiencia internacional que se toma este asunto muy en serio.


Un Misterio Global, Respuestas Globales

El análisis de los esfuerzos rusos y chinos para investigar los Fenómenos Anómalos No Identificados nos obliga a reajustar nuestra perspectiva, a menudo centrada en Occidente. Lejos de ser un asunto marginal, la investigación de los UAP ha sido, y sigue siendo, una preocupación estratégica de primer orden para las superpotencias mundiales. Hemos visto cómo la Unión Soviética, a pesar de la supresión política, mantuvo programas militares y científicos secretos durante décadas, motivada por la imperiosa necesidad de proteger sus instalaciones nucleares y comprender una tecnología que desafiaba su conocimiento.

Por su parte, China ha adoptado un enfoque decididamente del siglo XXI, utilizando la inteligencia artificial para analizar una avalancha de datos que desborda la capacidad humana. Este salto tecnológico no es trivial; representa un esfuerzo sistemático por pasar de la simple recopilación de anécdotas al análisis de datos a gran escala, buscando patrones, evaluando amenazas y, sin duda, buscando ventajas tecnológicas.

Lo que emerge de este vistazo tras el antiguo Telón de Acero y la Gran Muralla digital es una verdad ineludible: el fenómeno UAP es intrínsecamente global. Pilotos, personal militar y científicos de culturas y sistemas políticos diametralmente opuestos han observado los mismos comportamientos anómalos: aceleraciones imposibles, viajes transmedia y un desconcertante interés en nuestras capacidades más avanzadas y peligrosas.

La implicación es profunda. Si queremos desentrañar este misterio, no podemos permitirnos una visión parroquial. La colaboración internacional, la transparencia en los datos y un diálogo científico abierto son más necesarios que nunca. El hecho de que las naciones más poderosas del mundo estén invirtiendo recursos significativos en comprender estos fenómenos debería ser una llamada de atención para toda la comunidad científica y para el público en general.

El cielo sobre nosotros no conoce fronteras. Las preguntas que estos objetos plantean sobre la física, la tecnología y nuestro lugar en el cosmos tampoco deberían conocerlas. Mientras miramos hacia las estrellas, debemos recordar que otros, en todo el planeta, también lo hacen, armados con sus propios datos, sus propias tecnologías y sus propias preguntas. Quizás, solo uniendo nuestras miradas y nuestros conocimientos podremos empezar a encontrar las respuestas.

Autor

  • Antonio comenzó a investigar los fenómenos anómalos desde muy niño, especializándose en la investigación ufológica. Su perspectiva ha sido siempre crítica y racionalista, aunque no negacionista. Piensa que cada caso debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias, pero que eso no puede conducir a inventar respuestas, ya sea en uno u otro sentido. Pronto se unió al Consejo de Investigadores Ufológicos Españoles, donde aprendió las técnicas de la investigación de campo de veteranos como Ramón Navia. Antonio Salinas desarrolló el Proyecto CATAGRA, una catalogación sistemática de los avistamientos OVNI ocurridos en la provincia de Granada. Participó en la fundación de la S.I.B., desarrollando estatutos y reglamentos y toda la documentación necesaria.

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