En la inmensidad silenciosa del cosmos, la humanidad ha enviado un mensaje en una botella, no de vidrio, sino de ondas de radio y esperanza. Desde hace décadas, apuntamos nuestros telescopios al cielo, escuchando atentamente cualquier susurro que pueda delatar la presencia de otra inteligencia en el universo. Es la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre, o SETI, una de las empresas científicas más profundas y, potencialmente, más transformadoras que jamás hayamos emprendido. Pero en medio de la emoción de la búsqueda, surge una pregunta que resuena con un peso monumental: si un día, en medio del ruido cósmico, detectamos una señal inequívoca, un «hola» desde las estrellas… ¿qué hacemos después? ¿A quién se lo contamos? ¿Cómo verificamos que es real? Y la más abrumadora de todas, ¿respondemos?

Michael A. Garret

Esta no es una cuestión relegada a la ciencia ficción. Es un desafío real, práctico y urgente que un grupo de científicos, abogados, antropólogos y comunicadores de talla mundial está abordando con una seriedad y un rigor extraordinarios. Lejos de la improvisación, la comunidad científica lleva décadas desarrollando un plan de acción, un manual de instrucciones para el descubrimiento más importante de la historia. Este plan se conoce como los Protocolos de Post-Detección de SETI. Y ahora, en un mundo radicalmente transformado por la tecnología y la comunicación global, estos protocolos están siendo sometidos a la revisión más exhaustiva y colaborativa de su historia.

Kathryn Denning

Este esfuerzo monumental se encuentra documentado en un reciente y fascinante artículo científico titulado «SETI Post-Detection Protocols: Progress Towards a New Version«. El documento, presentado en el Congreso Astronáutico Internacional, es la crónica de un esfuerzo global para actualizar nuestras reglas de compromiso con el cosmos. Sus autores principales son un equipo interdisciplinario que refleja la nueva cara de SETI:

  • Michael A. Garrett: Un astrónomo de primera línea, Director del Centro Jodrell Bank de Astrofísica en la Universidad de Manchester y experto en radioastronomía, el oído con el que escuchamos el universo.
Carol Oliver
  • Kathryn Denning: Una antropóloga de la Universidad de York en Toronto, cuya experiencia nos obliga a considerar las implicaciones humanas, sociales y culturales de un posible contacto.
  • Leslie I. Tennen: Un abogado pionero en el campo del derecho espacial, que aporta el marco legal y ético indispensable para una empresa de esta magnitud.
  • Carol Oliver: Una experta en astrobiología y comunicación científica de la Universidad de Nueva Gales del Sur, cuyo trabajo es crucial para tender un puente entre el laboratorio y el público.

Juntos, no solo buscan señales en el cielo; están diseñando la hoja de ruta para que la humanidad actúe con sabiduría, unidad y transparencia si alguna vez encontramos lo que buscamos. El antiguo protocolo, concebido en una era de información más lenta, ya no es suficiente. La pregunta fundamental que este equipo intenta responder no es si estamos solos, sino: si descubrimos que no lo estamos, ¿cómo nos aseguramos de que ese conocimiento nos una en lugar de dividirnos? Este artículo se sumerge en su trabajo, explorando la historia, el meticuloso proceso y el contenido de un protocolo que podría, un día, guiar nuestros primeros pasos en una comunidad galáctica.


La Historia de los Protocolos SETI

La idea de que necesitamos un plan para el «primer contacto» no es nueva. Nació casi a la par que la propia búsqueda científica. A medida que los radiotelescopios se volvían más sensibles en la segunda mitad del siglo XX, los científicos más preclaros se dieron cuenta de que un descubrimiento podría ocurrir en cualquier momento. Un anuncio precipitado, malinterpretado o acaparado por una sola nación podría causar un pánico o un conflicto innecesario. Se necesitaba un pacto de caballeros, un acuerdo basado en la razón y la cooperación.

Este impulso culminó en 1989 con la adopción por parte de la Academia Internacional de Astronáutica (IAA) de la primera «Declaración de Principios Relativos a las Actividades Posteriores a la Detección de Inteligencia Extraterrestre». Este documento fundacional, aunque voluntario, estableció un marco de actuación que ha guiado a la comunidad SETI durante décadas. Sus pilares eran de una sensatez exquisita:

  1. Verificación ante todo: Antes de anunciar nada, el descubridor tiene la responsabilidad de hacer todo lo posible para confirmar que la señal no es un error instrumental, una interferencia terrestre o un fenómeno natural desconocido.
  2. Información compartida: Una vez verificada, la noticia no debía ser un secreto. El descubridor debía informar a la comunidad científica mundial para que otros pudieran observar y confirmar el hallazgo.
  3. Consulta internacional: El descubrimiento pertenece a toda la humanidad. Por tanto, se debían establecer consultas internacionales para decidir los siguientes pasos.

Años más tarde, en 1995, la IAA complementó esta declaración con un borrador que abordaba la espinosa cuestión de una posible respuesta. El consenso era claro: ninguna respuesta a una señal extraterrestre debe ser enviada hasta que se haya producido una consulta internacional apropiada. La decisión de hablar en nombre de la Tierra era demasiado importante para dejarla en manos de un pequeño grupo.

Estos principios fueron actualizados y simplificados en 2010. Sin embargo, esta versión, aunque útil, adolecía de dos limitaciones que el tiempo ha hecho cada vez más evidentes. Primero, estaba redactada pensando principalmente en la búsqueda de señales de radio, que durante mucho tiempo fue el pilar de SETI. Segundo, y más importante, fue concebida antes de la explosión de internet, las redes sociales y la inteligencia artificial. El mundo de 2010 es un recuerdo lejano en el vertiginoso panorama mediático actual. Un protocolo diseñado para una era de comunicados de prensa y conferencias de prensa formales es irremediablemente obsoleto en una época en la que un rumor puede dar la vuelta al mundo en segundos a través de un simple tuit.


El Nuevo Cosmos del Siglo XXI: ¿Por Qué Actualizar el Protocolo Ahora?

La necesidad de una nueva versión del protocolo no es un mero ejercicio académico. Responde a cambios fundamentales tanto en la forma en que buscamos vida como en el mundo en que vivimos. La revisión iniciada en 2022 por el Grupo de Trabajo del Comité SETI de la IAA se basa en tres realidades ineludibles.

Más Allá de las Ondas de Radio: La Era de las Tecnofirmas

Durante décadas, SETI fue sinónimo de escuchar el cosmos. Pero la ciencia ha ampliado drásticamente su campo de visión. Ahora, la búsqueda se centra en un concepto mucho más amplio: las tecnofirmas. El borrador del nuevo protocolo las define como «evidencia observable de tecnología construida o utilizada por seres extraterrestres». Esto expande la búsqueda de forma espectacular. Es como pasar de solo escuchar tambores en la distancia a buscar también señales de humo, luces de fogatas, estructuras artificiales o incluso la composición química de la atmósfera de un planeta.

Algunos ejemplos de tecnofirmas que se buscan activamente incluyen:

  • Señales de radio de banda estrecha: Siguen siendo un objetivo principal, ya que la naturaleza no suele producir señales de radio potentes en una frecuencia muy específica.
  • Emisiones láser: Pulsos de luz coherente y potente que destacarían sobre el brillo natural de una estrella.
  • Exceso de infrarrojos: Una civilización muy avanzada (de Tipo II en la Escala de Kardashev) podría construir megaestructuras como una Esfera de Dyson para capturar la energía de su estrella. Dicha estructura emitiría un inconfundible calor residual en el espectro infrarrojo.
  • Contaminantes atmosféricos: Ciertos compuestos industriales, como los clorofluorocarbonos (CFC), no se producen de forma natural en grandes cantidades. Detectarlos en la atmósfera de un exoplaneta sería un indicio muy potente de actividad industrial.
  • Artefactos: Aunque es la posibilidad más remota, la búsqueda también contempla la detección de una sonda o artefacto extraterrestre en nuestro propio sistema solar.

Esta diversificación de métodos significa que el descubrimiento podría provenir de un equipo de astrónomos que no necesariamente se dedican a SETI, lo que hace aún más crucial tener un protocolo claro y ampliamente conocido.

Un Mundo Conectado e Hiperacelerado

El mayor catalizador del cambio es, sin duda, el entorno informativo global. Un hallazgo preliminar, una «señal candidata«, podría filtrarse accidentalmente desde el ordenador de un observatorio y convertirse en un fenómeno viral mundial antes de que los propios científicos hayan tenido tiempo de realizar las comprobaciones más básicas. Las redes sociales, los bots de IA y la desinformación podrían crear un caos informativo inmanejable.

El nuevo protocolo debe afrontar esta realidad. Ya no es posible esperar a tener una certeza del 100% en secreto. El proceso de verificación debe ser transparente, y la comunicación con el público debe ser continua, honesta y debe gestionar las expectativas con sumo cuidado. Se trata de pasar de un modelo de «anuncio» a un modelo de «diálogo» científico en tiempo real.

Una Comunidad Global y Multidisciplinar

La búsqueda ya no es el dominio de un puñado de observatorios en el mundo occidental. Es una empresa global, con proyectos e investigadores en todos los continentes. Además, el campo se ha enriquecido enormemente con la participación de expertos de otras disciplinas. La revisión del protocolo refleja esta nueva realidad, con una colaboración activa de entidades como:

  • El Programa de Astrobiología de la NASA: Con su enorme interés en la detección de biofirmas (evidencia de vida, no necesariamente inteligente), la NASA está muy implicada en cómo comunicar descubrimientos de vida más allá de la Tierra de forma responsable.
  • El SETI Post-Detection Hub: Fundado en 2022 en la Universidad de St Andrews, este centro reúne a investigadores de todo el mundo para estudiar específicamente los impactos sociales y la gobernanza de un posible descubrimiento.
  • El Instituto Internacional de Derecho Espacial (IISL): Su grupo de trabajo sobre SETI y Derecho, creado en 2024, aborda las complejas cuestiones legales y regulatorias que surgirían tras una detección.

Esta confluencia de expertos garantiza que el nuevo protocolo no sea solo científicamente sólido, sino también socialmente consciente, legalmente informado y éticamente robusto.


El Meticuloso Proceso de Revisión

El desarrollo de un documento de esta importancia no puede ser el trabajo de un comité a puerta cerrada. El Grupo de Trabajo de la IAA ha orquestado un proceso de consulta extraordinariamente abierto y colaborativo, una verdadera demostración del método científico aplicado a la política científica.

De Bakú a Sídney: Un Diálogo Global

El proceso ha sido un viaje iterativo presentado en los congresos astronáuticos anuales, los foros más importantes para la comunidad espacial mundial. Se presentó un informe inicial en Bakú en 2023 , seguido de un primer borrador de la nueva Declaración en Milán en 2024. Cada presentación fue una oportunidad para recibir comentarios y refinar las ideas. El objetivo es presentar una versión casi definitiva para su aprobación en el congreso de Sídney en 2025.

Un Proceso de Retroalimentación Abierto

Para recoger opiniones de la forma más estructurada y honesta posible, el equipo utilizó herramientas modernas. En la primavera de 2025, se distribuyó un borrador a los miembros del Comité SETI de la IAA a través de un formulario de Google Forms. Este método permitía a los expertos valorar su satisfacción con cada principio propuesto en una escala del 1 al 10 y ofrecer comentarios detallados y sugerencias de redacción de forma anónima. Curiosamente, el resumen inicial de esta ingente cantidad de comentarios se realizó con la ayuda de la inteligencia artificial de ChatGPT, agilizando la identificación de los puntos que requerían más trabajo.

Este primer análisis condujo a un borrador revisado el 1 de agosto de 2025, que ya incluía cambios sustanciales:

  • Sin signatarios formales: Se decidió que el protocolo no sería un tratado que las instituciones «firman», sino un estándar de buenas prácticas adoptado como responsabilidad colectiva de toda la comunidad SETI.
  • Alcance ampliado: El foco se movió explícitamente de las «señales de radio» a las «tecnofirmas» en general.
  • Preámbulo mejorado: Se añadieron consideraciones sobre la necesidad de desarrollar guías de «Mejores Prácticas» y «Códigos de Conducta» suplementarios.
  • Nuevas cláusulas: Se reforzaron los principios relativos a la ética de la investigación post-detección y se actualizó la cláusula sobre la respuesta a una señal.

Ampliando el Círculo

Con este borrador más sólido en la mano, el equipo dio el paso más importante: lo distribuyó para una segunda ronda de consultas, esta vez a una comunidad mucho más amplia de más de 350 personas. La invitación se envió a listas de correo que incluían no solo a los miembros de la IAA, sino también a:

  • The Order of the Octopus: Una red de jóvenes investigadores de SETI, la próxima generación que probablemente utilizará estos protocolos.
  • El SETI Post-Detection Hub: El grupo de expertos en ciencias sociales y gobernanza de St. Andrews.
  • Expertos en derecho espacial: Incluidos miembros del grupo de trabajo del IISL.

La respuesta fue abrumadoramente positiva. Más del 70% de los encuestados valoraron su satisfacción con el borrador con un 8 sobre 10 o más. Los datos demográficos, recopilados de forma voluntaria y anónima, mostraron que la retroalimentación provenía de una muestra equilibrada en cuanto a edad, género, área de especialización y ubicación geográfica.

Este proceso culminó en la versión del 25 de septiembre de 2025, la que se presenta en el apéndice del paper y que analizaremos a continuación. Es el resultado de cientos de mentes de múltiples disciplinas trabajando juntas para crear un documento verdaderamente global y preparado para el futuro.


La Declaración de Principios 2026: Un Vistazo al Futuro del Contacto

El borrador de la «Declaración de Principios Relativos a la Realización de la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI) – Actualización de 2026» es un documento de una claridad y una profundidad extraordinarias. Analicemos sus principios fundamentales, que actúan como los pilares de nuestra respuesta coordinada ante un posible descubrimiento.

Principio #1: «Primero, Asegúrate»: La Carga de la Prueba

Este principio refuerza el pilar histórico de la verificación rigurosa, pero lo adapta a la ciencia del siglo XXI. Establece que el descubridor debe hacer «todos los esfuerzos para autenticar y corroborar la detección». Idealmente, esto debe incluir «observaciones independientes… por múltiples instalaciones y por más de una organización utilizando instrumentación y métodos diferentes».

La analogía perfecta es la del estándar de oro en la ciencia médica. Un único estudio que anuncia una cura milagrosa es solo eso, un único estudio. La comunidad científica solo lo acepta cuando otros laboratorios, utilizando diferentes métodos, replican los resultados de forma independiente. Ante una tecnofirma candidata, el protocolo exige lo mismo: si un radiotelescopio detecta una señal, un telescopio óptico debería buscar posibles láseres en la misma zona, y un telescopio espacial como el James Webb podría analizar la atmósfera del exoplaneta de origen.

Además, este principio introduce un matiz crucial sobre la comunicación: la información sobre señales candidatas debe manejarse con «extremo cuidado», reconociendo que el proceso de confirmación puede ser largo y que el resultado puede no ser concluyente. Es una vacuna contra el sensacionalismo.

Principios #2 y #3: «Transparencia, No Circo»: La Comunicación Responsable

Aquí es donde el protocolo se moderniza de forma más radical para afrontar el entorno mediático actual. Si bien los científicos tienen derecho a informar sobre sus hallazgos, el protocolo introduce una salvaguarda fundamental: «los profesionales individuales tendrán derecho a negarse a interactuar directa o continuamente con los medios de comunicación, incluidas las redes sociales», siempre y cuando su institución se encargue de proporcionar actualizaciones. Es una medida de protección para los investigadores, para evitar que la persona que hizo el descubrimiento se vea sometida a un acoso mediático insoportable.

El protocolo establece que, aunque «no hay obligación de revelar los esfuerzos de verificación hasta que se confirme un descubrimiento» , puede ser necesario comunicar sobre el proceso en curso para «disipar rumores y proporcionar información precisa y fiable». Es un delicado equilibrio entre la prudencia científica y la necesidad de combatir la desinformación en tiempo real.

Una vez que la verificación es sólida, el Principio #3 es inequívoco. La conclusión debe ser comunicada «de manera rápida, completa y abierta al público, a la comunidad científica y al Secretario General de las Naciones Unidas». El descubridor tiene el «privilegio, pero no la obligación» de hacer el primer anuncio público, reconociendo que el descubrimiento pertenece a la humanidad. El informe formal debe ser revisado por pares e incluir todos los datos y análisis , y se debe enviar a organismos internacionales clave como la Unión Astronómica Internacional (IAU) y el Comité de las Naciones Unidas para el Uso Pacífico del Espacio Ultraterrestre (COPUOS). Por primera vez, se menciona explícitamente la necesidad de seguir las mejores prácticas en comunicación de riesgos, un campo especializado en cómo transmitir información compleja y potencialmente inquietante de forma clara y tranquila.

Principios #4 y #5: «El Archivo de la Humanidad»: Custodiando los Datos

Estos principios son el plan de salvaguardia del que podría ser el conjunto de datos más valioso de la historia de la ciencia. Exigen que todos los datos, métodos de análisis y códigos se preserven y se pongan a disposición de la comunidad científica internacional.

De forma crucial, el Principio #4 estipula que los datos deben registrarse y almacenarse de forma segura «en al menos dos repositorios en diferentes ubicaciones geográficas». Esto es una medida de seguridad contra desastres naturales, fallos técnicos o incluso conflictos. La idea es que ninguna catástrofe en un solo lugar pueda borrar la prueba del primer contacto.

El Principio #5 se adentra en la protección activa de la señal. Si es una señal electromagnética, se debe buscar un acuerdo internacional, a través de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), para proteger esas frecuencias. Esto evitaría que las transmisiones terrestres interfieran con la señal alienígena, asegurando que podamos seguir escuchando sin interrupciones.

Principio #7: «El Gran Debate: ¿Debemos Responder?»

Este es, quizás, el punto más debatido y filosóficamente complejo de todo el protocolo. ¿Debemos contestar a una señal? El nuevo borrador adopta una postura de máxima prudencia y multilateralismo. La redacción es de una claridad meridiana: «En espera del resultado de dichas consultas, no se enviará ninguna respuesta».

La decisión de hablar por el planeta Tierra no recae en los descubridores, ni en su nación, ni siquiera en la comunidad científica. El protocolo establece que estas consultas deben llevarse a cabo «a través de las Naciones Unidas y otros organismos internacionales ampliamente representativos». Se pospone la decisión sobre una respuesta hasta que se pueda formar un consenso global.

Es importante destacar que, como aclara una nota al pie, esto se refiere a una respuesta a una señal detectada, y no al acto proactivo de enviar mensajes a las estrellas sin haber recibido ninguno, una práctica conocida como METI (Messaging Extraterrestrial Intelligence), que es un debate separado y aún más controvertido.

Principios #6 y #8: «La Gobernanza del Descubrimiento»: Ética, Ley y Apoyo

Finalmente, el protocolo establece la infraestructura humana y ética para gestionar todo este proceso. El Principio #6 confirma que el Comité SETI de la IAA mantendrá un Subcomité de Post-Detección permanente. Este no será un grupo improvisado, sino un equipo estable de expertos internacionales en ciencia, ética, derecho, ciencias sociales y comunicación, listos para asesorar y ayudar en caso de una detección confirmada. Serán los «bomberos» científicos y diplomáticos, preparados para gestionar la crisis o la celebración.

El Principio #8 ancla todo el proceso en los más altos estándares éticos y legales. Exige a los científicos que colaboren con las autoridades jurídicas internacionales para «establecer marcos claros para la gestión de la difusión de información» y que actúen con «transparencia y responsabilidad hacia la comunidad mundial».


Preparándonos para cambiar el mundo

puede la IA buscar a ET?

El arduo proceso de varios años para revisar los Protocolos de Post-Detección de SETI está llegando a su fin. Tras la presentación en Sídney en 2025, se espera que el Comité SETI de la IAA vote formalmente su adopción antes de que termine el año. Si se aprueba, será sometido al Consejo de Administración de la IAA para su respaldo final a principios de 2026, con una presentación formal al mundo en el Congreso Astronáutico de Antalya, Turquía, ese mismo año.

Este nuevo documento es mucho más que una simple actualización. Es el reflejo de una ciencia que ha madurado. Pasa de un enfoque centrado en la radio a uno que abarca todo el espectro de posibles tecnofirmas. Aborda de frente los desafíos de un mundo interconectado y la necesidad de una comunicación transparente y responsable. Y, lo que es más importante, consagra la idea de que un descubrimiento de esta magnitud es un asunto de toda la humanidad, que debe gestionarse a través de la cooperación y el consenso internacional.

El propio documento reconoce que es una «entidad viva» , que deberá ser complementada con guías de mejores prácticas y códigos de conducta más detallados. El trabajo nunca terminará del todo.

Pero el simple hecho de que este protocolo exista, de que cientos de las mentes más brillantes de nuestro planeta, de docenas de disciplinas y países, hayan colaborado durante años para planificar con tanto detalle cómo afrontar un momento que quizás nunca llegue, es en sí mismo un profundo motivo de esperanza. Es un testamento de nuestra capacidad para la previsión, la cooperación y la sabiduría colectiva.

Nos enseña que la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre tiene un doble valor. Por un lado, está la posibilidad de hacer el descubrimiento más transformador de la historia. Por otro, está el proceso mismo de la búsqueda, que nos obliga a mirarnos en un espejo cósmico. Nos fuerza a pensar más allá de nuestras fronteras, a considerar nuestro lugar en el universo y a actuar no como naciones en competencia, sino como una única civilización planetaria. Al prepararnos para hablar con las estrellas, estamos aprendiendo, sobre todo, a hablar entre nosotros. Y esa, quizás, sea la señal más importante que podamos encontrar.

Autor

  • Antonio comenzó a investigar los fenómenos anómalos desde muy niño, especializándose en la investigación ufológica. Su perspectiva ha sido siempre crítica y racionalista, aunque no negacionista. Piensa que cada caso debe ser investigado hasta sus últimas consecuencias, pero que eso no puede conducir a inventar respuestas, ya sea en uno u otro sentido. Pronto se unió al Consejo de Investigadores Ufológicos Españoles, donde aprendió las técnicas de la investigación de campo de veteranos como Ramón Navia. Antonio Salinas desarrolló el Proyecto CATAGRA, una catalogación sistemática de los avistamientos OVNI ocurridos en la provincia de Granada. Participó en la fundación de la S.I.B., desarrollando estatutos y reglamentos y toda la documentación necesaria.

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