Desde que el ser humano miró por primera vez al cielo, ha sido testigo de fenómenos que desafían su comprensión. Con la llegada de la era moderna, estos avistamientos se han consolidado bajo un acrónimo: FANI (Fenómenos Aéreos No Identificados), o UAP por sus siglas en inglés. Durante décadas, su estudio ha sido relegado a los márgenes, basado en informes anecdóticos de testigos y en el folclore. Pero, ¿qué pasaría si la clave para desentrañar su misterio no estuviera en las luces intermitentes que vemos, sino en un campo de fuerza invisible que no podemos sentir?
Inspirado por el espíritu de exploración que nos llevó a la Luna, el Proyecto Galileo, una iniciativa de la Universidad de Harvard, ha adoptado una metodología radicalmente diferente: la ciencia rigurosa. En lugar de perseguir relatos, el proyecto busca la evidencia física mensurable. Su premisa es que si un FANI existe y opera bajo principios físicos desconocidos para nosotros, debe dejar una «firma» detectable. Y una de las firmas más prometedoras, aunque poco explorada, es la magnética. Este artículo profundiza en la vanguardista labor del Proyecto Galileo para convertir la caza de FANI en una disciplina científica, basándose en la primera estación variométrica geomagnética que han desplegado en la búsqueda de lo extraordinario.
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La Sombra Invisible: El Vínculo entre FANI y el Magnetismo
Los informes de avistamientos de FANI, que datan de la década de 1940, a menudo incluyen detalles fascinantes que sugieren una interacción con el electromagnetismo. Pilotos militares y civiles han reportado la inexplicable alteración de sus brújulas magnéticas a bordo. En incidentes aislados, vehículos y aeronaves han sufrido fallos eléctricos, como el apagón de faros o la detención del motor. Incluso existen informes de perturbaciones más intensas, como el avistamiento de un presunto FANI en 1953 en Yuma, Arizona, donde un testigo afirmó ver círculos concéntricos alrededor de un objeto volador mientras usaba gafas polarizadas, un fenómeno que podría explicarse por un campo magnético muy fuerte que rota el plano de la luz polarizada.
Aunque estos relatos carecían de instrumentación científica y no constituían evidencia verificable, han sido la motivación para que el Proyecto Galileo integrara un magnetómetro en su suite de instrumentos. El objetivo de esta investigación es identificar anomalías magnéticas que no puedan explicarse por causas naturales o de origen humano. Esta es una pieza crucial en el enfoque multi-modal del proyecto, que combina la medición de campos magnéticos con cámaras ópticas y de infrarrojos, sistemas acústicos y de monitoreo meteorológico.
La Tecnología del Despliegue: Un Sentido Terrestre en la Búsqueda

Para medir estas sutiles variaciones, el Proyecto Galileo optó por una estación variométrica geomagnética. Para entender esto, imaginemos el campo magnético de la Tierra como un vasto océano invisible. En este océano, la marea principal es generada por el movimiento del núcleo líquido del planeta, responsable de casi el 98% del campo total. Pero sobre esta marea principal, hay corrientes y ondas más pequeñas, causadas por la litosfera o por la actividad solar en la ionosfera y la magnetosfera. Una estación variométrica no mide el campo total (la “marea” completa), sino sus constantes y ligeras variaciones.
La estación del Proyecto Galileo utiliza unmagnetómetro de tipo fluxgate de tres ejes, capaz de medir la intensidad y dirección del campo. Para asegurar la máxima sensibilidad, se tomaron precauciones extremas durante su despliegue en un lugar remoto cerca de Boulder, Colorado. El sensor fue enterrado a un metro de profundidad y aislado con mantas y botellas de agua para protegerlo de las variaciones de temperatura. Para evitar cualquier interferencia, todos los materiales de la instalación, desde los tornillos hasta el soporte del sensor, eran no magnéticos.
El paso más crítico fue la calibración. El equipo comparó las lecturas de su magnetómetro con las de un observatorio magnético del Servicio Geológico de EE. UU. (USGS) en Boulder, que forma parte de la prestigiosa red internacional INTERMAGNET. Esta comparación garantizó que los datos del Proyecto Galileo fueran de alta calidad y comparables a los estándares científicos más rigurosos. Además, se verificó que la instalación fuera inmune a las interferencias locales, como la valla eléctrica del sitio o el tráfico de una carretera cercana.
Primeros Resultados y el Camino a Seguir

El paper que nos ocupa, titulado «The deployment of a geomagnetic variometer station as auxiliary
instrumentation for the study of Unidentified Aerial Phenomena» ha sido escrito por miembros del Proyecto Galileo (Universidad de Harvard), del Centro Smithsoniano para Astrofísica de la Universidad de Harvard, de la Coalición Científíca para Estudios UAP y del Observatorio Within, del Departamento de Física y Astrofísica del Wesley College,
Este estudio presenta los resultados de los primeros seis meses de operación. Durante este periodo, la estación recopiló datos de forma continua, demostrando que la instrumentación funcionaba a la perfección. Los datos recolectados coincidieron de manera impresionante con los del observatorio del USGS, confirmando la fiabilidad de la estación. Esto incluyó la grabación de la tormenta geomagnética extrema de mayo de 2024, un evento donde el campo magnético de la Tierra se vio perturbado por la actividad solar, lo que sirvió como una prueba de fuego para la capacidad de la estación de registrar fenómenos magnéticos a gran escala.
Aunque el objetivo de esta etapa fue la «puesta en marcha» de la estación, el éxito del despliegue sienta un precedente importante. El Proyecto Galileo ha demostrado que es posible monitorear de forma sistemática y a largo plazo la firma magnética del cielo. Ahora, la primera estación variométrica servirá como modelo para futuras instalaciones en otros observatorios del proyecto.
La Promesa del Método Científico
La búsqueda de Fenómenos Aéreos No Identificados ha estado históricamente marcada por la especulación y la falta de datos fiables. El trabajo del Proyecto Galileo representa un cambio fundamental: en lugar de preguntar si los FANI existen, se centran en la pregunta más poderosa y científica: “¿Qué anomalías físicas podemos medir en el cielo que no podamos explicar, y qué podemos aprender de ellas?”.
Este enfoque riguroso, que prioriza la recopilación de datos de alta calidad con instrumentación de punta, despoja al tema de su halo sensacionalista y lo ancla en la realidad de la física. A medida que se desplieguen más estaciones variométricas y se combinen sus datos con la información óptica y acústica, el estudio de los FANI se convertirá en un campo legítimo de la astrofísica. No sabemos qué revelarán estas mediciones. Quizás no descubran naves extraterrestres, pero con certeza nos ayudarán a entender mejor nuestro propio planeta, su campo magnético y, quién sabe, las misteriosas interacciones que ocurren en la atmósfera. En la ciencia, la respuesta a una pregunta a menudo nos lleva a una pregunta aún más fascinante. Y en el gran silencio cósmico, cada nueva herramienta de escucha nos acerca un poco más a la verdad.